El Triángulo de las Bermudas de la Ciencia
Brian Boutwell
Brian Boutwell. El Triángulo de las Bermudas de la ciencia
Brian Boutwell es un criminólogo interesado en cómo los aspectos genéticos y biológicos influyen en la conducta criminal que ha publicado en la revista Quillette un interesante artículo en dos partes llamado el Triángulo de las Bermudas de la Ciencia (segunda parte) Con este término se refiere a que hay ciertos temas en ciencia que está prohibido investigar, no se pueden tratar, y si un investigador se mete en ellos su carrera desaparece como desaparecían los barcos en el auténtico Triángulo de las Bermudas (parece que al igual que los ovnis, ya no está de moda este triángulo).
¿Y cuáles son esos temas que está prohibido investigar? El principal ahora es la raza pero si estuviéramos hablando hace unos años habría sido la inteligencia. Hoy en día se puede hablar de que la inteligencia es altamente heredable y que la inteligencia general predice muchos resultados en la vida, no sólo de logros en los estudios o económicos sino también de salud, longevidad y mortalidad, pero hace décadas este tema sacaba chispas. Hoy en día ya se puede navegar por las aguas del estudio de la inteligencia sin jugarse el tipo, aunque sigue habiendo controversias.
Otro tema que es tabú y conviene evitar es el de la influencia de los genes en la conducta. La evidencia de que las conductas humanas son heredables está ya fuera de toda duda, pero no nos gusta que sea así y es un tema que sigue levantando ampollas. Prácticamente toda conducta humana tiene una heredabilidad de alrededor del 50%. Pero esto suena a determinismo genético, a eugenesia y a los nazis, todo ello asociado al diablo. Mientras que el determinismo ambiental se asocia a benevolencia, a pesar de los genocidios cometidos por gente como Stalin o Mao en el nombre de una naturaleza humana infinitamente maleable. Nos gusta creer que somos libres y no nos gusta oír que no somos tan libres como creemos. Merece la pena leer este artículo donde Boutwell cuanta su propia experiencia de cómo los criminólogos que estudian la influencia de la biología son discriminados, o este otro donde se pregunta: ¿Es el crimen genético? No sabemos porque tenemos miedo de preguntarlo.
Otra idea peligrosa es la evolución, que se nos ha atragantado y después de más de siglo y medio seguimos sin digerir. Tenemos problemas con la evolución del cuerpo y tenemos problemas con la evolución de la mente, la Psicología Evolucionista, es una diana que recibe ataques continuamente. Pioneros como E.O.Wilson fueron atacados en el famoso debate de la Sociobiología (incluso físicamente cuando le echaron una jarra de agua fría por encima en una charla) y hoy se acepta a regañadientes que procesos evolucionistas han esculpido la psicología humana, pero sigue habiendo problemas.
Uno más son las diferencias sexuales. Este es un campo para el que no se dan becas ni ningún tipo de ayuda y que estigmatiza al que se pone a navegar por él. Prácticamente no hay hombres trabajando en este terreno porque automáticamente corren el riesgo de ser considerado machistas. La postura políticamente correcta es que no hay diferencias ni físicas ni psicológicas entre los sexos y el que lo discuta se juega la carrera. Son los propios investigadores los que se autocensuran y si no, sus amigos y compañeros les frenan y les advierten de que no se les ocurra dedicarse a ello.
Pero el tabú principal es la raza, desde luego. El mero hecho de estudiar diferencias entre poblaciones pone en riesgo al investigador de ser calificado de “racista”, es como un rito religioso. Brian Boutwell pone como ejemplo el caso de Linda Gottfredson que ha contado su experiencia. Una vez que te metes en el triángulo los ataques son fieros, ad hominem, y se basan más en cuestiones morales que científicas. Y no hay defensa posible, porque cada intento de defensa es visto como una nueva ofensa. No importa lo nobles que sean tus intenciones, si en tu investigación entra el factor raza estás perdido. Una coletilla típica es que eso podría ser usado por desalmados para otros fines. No hay literalmente nada que puedas hacer.
¿Por qué es importante todo esto? Pues porque la libertad de pensamiento y la libertad de expresión, que es fundamental en cualquier sociedad, es absolutamente esencial en la ciencia, es uno de los principios fundamentales de la investigación académica y científica. La ciencia es un método, no un sistema de creencias y un método no rompe tabúes. Tenemos que defender a los científicos que tocan temas políticamente incorrectos, a los que hacen preguntas incómodas, siempre y cuando lo hagan dentro de los limites éticos que toda ciencia debe seguir, como es el caso de Linda Gottfredson y otros que han sido injustamente atacados.
No debemos caer en la falacia moralista: deducir un “es” a partir de un “debe ser”. Es decir, que como nosotros creemos que no debe haber diferencias en los derechos y oportunidades de las personas por razones de sexo pues concluimos que no existe el sexo ni diferencias sexuales. Como no se debe estigmatizar a las personas por padecer una enfermedad mental pues lo arreglamos diciendo que no existe la enfermedad mental. Y así sucesivamente. Somos omnipotentes, todo son construcciones sociales que podemos cambiar a nuestro antojo…Pero no podemos, y no debemos confundir el campo moral con la realidad, no podemos fomentar la ignorancia por miedo a hacernos preguntas.
Precisamente en esos temas es donde más conocimientos necesitamos y no podemos seguir viviendo en Disneylandia como si fuéramos niños pequeños. Trataba en otra entrada lo importante que es, a mi modo de ver, saber si existe una naturaleza humana y determinar en qué consiste. Cambiar el mundo no está reñido por empezar sabiendo cómo es. Para construir una casa tengo que saber si cuento con tablones de madera o con paja. Si intento construir una casa pensando que con lo que cuento es cemento y resulta que es paja puedo encontrarme con millones de muertos, como fue el caso de los regímenes socialistas de los que hablaba más arriba. Si no existen los Reyes Magos ni unicornios y la ciencia nos dice que no existen, habrá que aceptarlo. Si el emperador está desnudo, pues está desnudo.
Fuente: Evolución y Neurociencias